Los biopolímeros, sustancias que en el pasado se utilizaron como rellenos en procedimientos estéticos, han demostrado ser peligrosos y pueden causar graves complicaciones en quienes los reciben. En un caso reciente, esta paciente se sometió a una cirugía después de haber recibido una inyección de biopolímeros en su vulva hace 17 años, lo que desencadenó una reacción adversa que formó un granuloma gigante.
El cirujano encargado de la intervención explicó que el biopolímero se había convertido en una especie de cápsula en el interior del cuerpo, causando deformaciones en los labios mayores de la paciente. “Realmente, cuando hablamos de biopolímeros, estamos hablando prácticamente de veneno en la medicina, a pesar de que todavía existen personas desaprensivas que insisten en utilizarlos”, comentó el especialista, quien también detalló el proceso de extracción, que incluyó la necesidad de realizar una lipotransferencia para reemplazar el material extraño con la grasa propia de la paciente.
La intervención, que duró casi cuatro horas, consistió en retirar cuidadosamente el biopolímero y reparar los daños causados en los tejidos afectados. La paciente, que había sufrido durante años debido a la deformación y molestias causadas por la sustancia, finalmente pudo obtener una solución definitiva.
“Lo que realmente debe usarse es la propia grasa de la paciente, ya que nunca generará una reacción adversa como los biopolímeros. En este caso, fue necesario tomar grasa de la zona elegida por la paciente y colocarla en el área donde se estaba formando un gran agujero, producto de la deformación”, explicó el cirujano.
El profesional también hizo un llamado a la conciencia, subrayando que las personas deben asegurarse de que cualquier procedimiento estético que implique aumento de volumen sea realizado con materiales propios, como la grasa autóloga. En este caso, la paciente había recibido lo que le aseguraron eran “vitaminas”, pero en realidad se trataba de biopolímeros, un material que puede tener efectos devastadores para la salud. “Es fundamental que los pacientes tomen precauciones y no permitan que les inyecten productos desconocidos, especialmente en áreas tan sensibles”, agregó.
Tras la cirugía, el cirujano destacó que el proceso no termina ahí: “Ahora comienza un proceso inflamatorio y debemos esperar que la cicatrización sea efectiva y que no se presente ninguna infección”. Sin embargo, los resultados iniciales fueron prometedores, ya que ya no se veía la protrusión del tejido, que anteriormente era el signo visible de la deformación provocada por el biopolímero.
“Este es un cambio radical para lo que ella vivió durante 17 años. Es importante crear conciencia entre los pacientes para que no se dejen inyectar ningún tipo de mezcla o producto en su vulva que no sea su propia grasa. Es un proceso que se puede evitar con información y precaución”, concluyó el cirujano.
Este caso subraya la importancia de realizar procedimientos estéticos únicamente con materiales seguros y bajo la supervisión de profesionales certificados. La historia de esta paciente es un recordatorio de los peligros de los biopolímeros y la necesidad de tomar decisiones informadas cuando se trata de nuestra salud.