La ausencia de haitianas en los hospitales de la República Dominicana ha generado gran preocupación entre los profesionales de la salud. A pesar de que las autoridades migratorias aseguran que el control sobre la migración está funcionando, la realidad parece ser diferente. Según el doctor Jou Fernandes, un experto en obstetricia, las haitianas no han desaparecido; simplemente han dejado de acudir a sus consultas prenatales, temerosas de ser deportadas.
Fernandes explicó que, aunque el control migratorio podría ser visto como una señal positiva, este fenómeno es en realidad peligroso. Las mujeres haitianas están optando por quedarse en sus casas para dar a luz, como lo hacían en su país de origen, sin recibir la atención médica necesaria. Esta decisión, aunque natural en muchos contextos, pone en riesgo la vida tanto de las madres como de los recién nacidos, ya que las complicaciones durante el parto pueden ser graves si no se cuenta con la supervisión adecuada.
“El parto, ya sea vaginal o por cesárea, es un evento complejo. Las hemorragias, infecciones o complicaciones como la preeclampsia pueden surgir en cualquier momento. Si no se atienden a tiempo, pueden resultar fatales”, destacó el médico. Las mujeres que deciden parir en sus hogares, sin acceso a atención médica, están aumentando su riesgo de complicaciones, que en algunos casos pueden incluso resultar en la muerte.
El temor a la deportación ha llevado a muchas haitianas a evitar los chequeos prenatales, lo que representa un grave problema. Los controles médicos durante el embarazo no solo son una formalidad; son esenciales para detectar posibles complicaciones y garantizar la salud de las madres y los bebés. La ley migratoria establece que las mujeres embarazadas no deben ser deportadas, pero la falta de confianza en el sistema y el miedo a ser detenidas y expulsadas las ha dejado fuera del sistema de salud.
Una de las propuestas para abordar esta crisis es crear un centro de vigilancia médica, como el centro vacacional de Jaina, donde las mujeres embarazadas puedan recibir atención especializada durante el puerperio, el período crítico posterior al parto. Esto permitiría garantizar que las mujeres estén en condiciones óptimas de salud antes de ser deportadas y también ofrecería un espacio adecuado para que los recién nacidos reciban la atención que necesitan.
La mortalidad materna es una tragedia que no distingue nacionalidades. Las autoridades deben encontrar una solución para asegurar que todas las mujeres, independientemente de su origen, tengan acceso a la atención médica que necesitan durante el embarazo y el parto. Las vidas de las madres y los bebés deben ser la prioridad, y esto requiere de un enfoque humanitario y sensato por parte de las autoridades dominicanas.
El llamado es claro: se necesita garantizar que las haitianas no dejen de acudir a sus consultas prenatales y que las mujeres embarazadas puedan recibir la atención necesaria para evitar complicaciones graves. En lugar de deportarlas inmediatamente después del parto, se debe asegurar un monitoreo adecuado de su salud y de la salud de sus hijos antes de proceder con la deportación de manera digna y segura.
Este es un tema urgente que requiere la atención de las autoridades, no solo por razones de salud pública, sino por humanidad. Si no se toman medidas adecuadas, la mortalidad materna y las complicaciones obstétricas seguirán aumentando, con consecuencias devastadoras para muchas familias.