Salvo excepciones, por razones puramente estéticas, por una malformación congénita o por una cuestión de orden reproductivo, las mujeres necesitan actuar sobre su salud genital, a nivel vulvar y vaginal, cuando comienzan a perder la capacidad hormonal -estrógenos- en la perimenopausia o, a muy tardar, en la primera fase de la menopausia.
Hay que estar atentas a ciertos signos de alarma en la perinopausia, transición hacia la menopausia: irregularidad menstrual (ciclos que se alargan o se acortan), que a veces notan algunas mujeres antes de los cuarenta años de edad; sofocos, problemas de sueño y sequedad vaginal.
El 65% de todas las mujeres menopáusicas tienen molestias, pero solo el 4% sabe que se debe a este tipo de atrofia. Un 60% desconoce su existencia y solo un 2% consulta al ginecólogo. El 82% considera que son cosas de la edad. Además, otro 60% retrasa la visita al ginecólogo un año, hasta que no les corresponde su revisión periódica.
Cuanto más tiempo deje pasar una mujer, más difícil y más costoso económicamente le resultará volver a su normalidad vulvar y vaginal.