Las infecciones del tracto urinario (ITU), comúnmente conocidas como infecciones de orina, son una de las afecciones más frecuentes en las mujeres. Se estima que al menos 1 de cada 2 mujeres sufrirá al menos una infección urinaria a lo largo de su vida, y muchas experimentarán episodios recurrentes.
La anatomía femenina es un factor clave. La uretra de la mujer es más corta y está más cerca del ano, lo que facilita que las bacterias, especialmente Escherichia coli, accedan a las vías urinarias. Otros factores que aumentan el riesgo incluyen:
Relaciones sexuales frecuentes
Uso de diafragmas o espermicidas
Menopausia (por cambios hormonales)
Higiene inadecuada o excesiva
Los signos típicos de una infección urinaria incluyen:
Ardor o dolor al orinar
Ganas frecuentes de orinar, aunque la vejiga esté vacía
Orina turbia o con mal olor
Dolor en la parte baja del abdomen
En algunos casos, fiebre o sangre en la orina
El diagnóstico se realiza mediante un examen de orina (uroanálisis) y, si es necesario, un cultivo para identificar el tipo exacto de bacteria. Esto permite elegir el antibiótico más adecuado.
El tratamiento habitual son los antibióticos orales por 3 a 7 días, dependiendo de la severidad del caso. Es fundamental completar el tratamiento aunque los síntomas desaparezcan antes, para evitar recaídas o resistencia bacteriana.
Prevención: pequeños hábitos, gran impacto
Mantener una buena higiene íntima (sin excesos de jabones o duchas vaginales)
Orinar después de tener relaciones sexuales
Evitar ropa interior muy ajustada o sintética
Beber abundante agua
No aguantar las ganas de orinar
Si los síntomas no mejoran en 48 horas, si hay fiebre o dolor en la espalda, es importante buscar atención médica, ya que podría tratarse de una infección más grave como una pielonefritis (infección renal).
Las infecciones urinarias son comunes, pero tratables. Con buenos hábitos y atención temprana, se pueden evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida.