Es un hecho reconocido que, durante el momento del parto, la mujer se beneficia enormemente de una atmósfera íntima y serena, acompañada de una sensación de seguridad tanto física como emocional. El cuerpo de la futura madre está naturalmente preparado para este proceso fisiológico. Además, es importante destacar que, en muchos casos, el curso del parto está más influenciado por el bebé que por la madre, quien, al encontrarse tranquila y calmada, contribuye al flujo óptimo del proceso.
El estado emocional de la madre durante el alumbramiento es de suma importancia, junto con el respaldo emocional y el trato que recibe, así como las condiciones y el ambiente en los que se desarrolla el parto, factores que pueden afectar significativamente su progresión.
Cabe mencionar que las primeras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con respecto a los partos se centran no en aspectos técnicos, sino directamente en los aspectos emocionales y psicológicos. Se aboga por una atención obstétrica crítica, brindando un cuidado médico que respete los aspectos emocionales, psicológicos y sociales del parto.
Es crucial evitar cualquier estímulo que active el pensamiento racional en la mujer durante el parto, como hablar innecesariamente, dar órdenes o interrumpirla. Factores como la iluminación, el ruido, el frío, la restricción de alimentación y la incomodidad postural también pueden influir. En resumen, es esencial respetar los ritmos naturales de la mujer y el bebé.
En los partos de baja intervención, se favorece el proceso fisiológico con la mínima intervención por parte de los profesionales, siempre garantizando la seguridad tanto del bebé como de la madre. Las decisiones son tomadas por las futuras madres, quienes tienen la libertad de aplicar técnicas complementarias para el alivio del dolor y de moverse libremente durante todo el proceso.
La producción de endorfinas, conocidas como las ‘hormonas de la felicidad’, desempeña un papel crucial en la atenuación del dolor y la generación de una sensación de bienestar. Fomentar su liberación implica cuidar al máximo las condiciones del parto y evitar cualquier factor estresante.
En este contexto, se reconoce la importancia de permitir que la mujer tenga la libertad de dilatar y dar a luz en la posición que le resulte más cómoda.