Los síntomas que provocan las infecciones de orina en la mujer devienen de la afectación de la vejiga: presión en la pelvis, molestias en el bajo vientre, micciones frecuentes y dolorosas, incluso sangre en la orina. Y de la uretra: sensación de ardor al orinar y secreciones.
Frente a las infecciones de orina, primero hay que aclarar que la recaída y la reinfección no son lo mismo.
A nivel general, recaída quiere decir que has tenido una infección de orina, la has tratado convenientemente y no se ha resuelto el problema. Reinfección implicaría curación y, posteriormente, volver a tener una infección.
La reacción natural sería eliminar el problema por la vía más rápida, pero no cabe otra opción que pasar por la consulta médica.
Un grupo numeroso de mujeres acudirá a ginecología porque su infección de orina si estará relacionada directamente con esta especialidad.
Hablamos de la cistitis poscoital, ante se denominaba cistitis de la luna de miel: al parecer, todas las mujeres que se casaban y tenían relaciones sexuales por primera vez cogían una cistitis», rememora.
La frecuencia y la intensidad en las relaciones íntimas de la pareja podrían ser la causa de estas infecciones maritales. En estos diagnósticos, los urólogos suelen aconsejar monodosis de antibióticos específicos.
Otro grupo de mujeres, las posmenopáusicas, entran exclusivamente en el departamento de ginecología.
La atrofia urogenital por la edad condiciona el aumento de las infecciones: sequedad de las mucosas vaginales y de los órganos urinarios (vejiga y uretra), causantes de la incontinencia.
Un grupo importantísimo de mujeres con infecciones de orina lo encontraremos en las embarazadas.
«La frecuencia se debe fundamentalmente al efecto compresivo de la placenta sobre el tracto urinario de la gestante (vejiga -no se vacía bien- y uretra -más corta que el varón-), y al aumento de la glucemia en sangre, que incluso podría conllevar diabetes.
En este sentido, es radicalmente esencial tanto la prevención y la detección precoz de las infecciones de orina en las mujeres embarazadas, puesto que son un factor de riesgo que ocasionan partos prematuros, bajo peso al nacer en el bebé, infección y mortalidad perinatal.
En la propia mujer embarazada, anemia e hipertensión.
Para realizar un diagnóstico certero y acabar con la fuerza del microorganismo causante de la infección, es prioritario efectuar la prueba diagnóstica del urocultivo y, consecuentemente, establecer el antibiótico adecuado a través de un antibiograma.