¿De qué operación estamos hablando? Se trata de la histerectomía, que consiste en la extirpación total o parcial del útero y que puede afectar también a otros órganos como las trompas de Falopio y los ovarios.
Los problemas más habituales que requieren de esta cirugía provienen por la presencia de miomas uterinos que pueden ocasionar anemias por sangrado menstrual abundante y/o problemas de comprensión de órganos vecinos por volumen de miomas.
La histerectomía es una de las intervenciones ginecológicas más frecuentes. Casi siempre es necesaria si se diagnostica un cáncer de cérvix o cáncer de útero y se recomienda generalmente si hay cáncer de ovarios.
Sin embargo, la mayoría de las histerectomías se realizan en mujeres que no tienen cáncer, pero en las que las hemorragias o dolores del útero les causan tantas dificultades que desean que se les opere. En tales casos, una histerectomía es sólo adecuada para mujeres que no desean tener hijos en el futuro.
Por otro lado, es una opción válida para mujeres con miomas, endometriosis, enfermedad inflamatoria pélvica o menstruaciones abundantes sin explicación. Un caso especial es la histerectomía que urge realizar tras un parto normal o cesárea por las complicaciones, generalmente hemorrágicas, que a veces surgen.
También es muy demandada la cirugía de suelo pélvico, realizada principalmente para la corrección de la incontinencia de orina y para el prolapso o caída de los órganos pélvicos, “y que ha experimentado en los últimos años un avance espectacular en el desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas, que es una de las causas más relevantes del aumento de la demanda de esta intervención es el incremento de la esperanza de vida de la población femenina en buenas condiciones de salud.
Todas estas intervenciones se realizan con cirugía mínimamente invasiva o laparoscópica, que ofrece importantes ventajas para los pacientes, como una recuperación más precoz y menos complicaciones tras la operación.
Y es que la cirugía mínimamente invasiva está avanzando a pasos agigantados en los últimos años, ofreciendo importantes ventajas para los pacientes intervenidos quirúrgicamente, como es el caso de la cirugía vaginal o cirugía laparoscópica.
Aunque el tiempo de recuperación y la respuesta emocional puede variar de una mujer a otra, se aconseja planificar cuatro o seis semanas de convalecencia después de una intervención de este tipo. Y es que el útero está ligado a fortísimas y primitivas sensaciones, emociones e instintos tan básicos y arraigados como la sexualidad, el nacimiento de un hijo, la maternidad o la crianza; es el centro de nuestra feminidad.
Por eso, si estás contemplando la posibilidad de extirparlo, debes informarte y pedir una segunda o tercera opinión o todas las opiniones médicas y de otros especialistas que necesites para cerciorarse de que en tu caso esa histerectomía es necesaria y está justificada porque no existe otra alternativa.
Cuidado con esto porque el 98% de las mujeres que consultaron con los ginecólogos, después de que se les hubiera practicado una histerectomía, descubrieron que realmente no la necesitaban. ¡Entérate bien!
Y ten en cuenta que hay distintos tipos, no es lo mismo si se extirpan o no también los ovarios, que son los productores de estrógenos, hormona que desempeña funciones tan importantes como prevenir las cardiopatías o la osteoporosis o garantizar la lubricación y calidad de los tejidos que forman la vagina. Lo dicho, asesórate bien y no tomes decisiones tan importantes sin conocer todos los detalles y las posibles secuelas.
Entre las ventajas de la intervención, quizás te ayude saber que el dolor menstrual y las molestias de los periodos desaparecerán, y habrá sensación de alivio en caso de ser operada por un diagnóstico de cáncer. En general, tras la operación se tiene la impresión de que la vida continúa de un modo más positivo.
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