La preeclampsia es una enfermedad grave que puede afectar a la madre y a su bebé, las embarazadas tienen presión arterial alta y signos de daño hepático o renal. Esta condición comúnmente ocurre durante la segunda mitad del embarazo, después de la semana 20.
El daño renal trae como consecuencia la presencia de proteína en la orina. La preeclampsia puede ser leve o grave. Es posible tener preeclampsia aunque no haya proteínas en la orina.
Por lo regular, la preeclampsia se soluciona después de que el bebé nace y se extrae la placenta. Pero, puede persistir e incluso empezar después del parto, con mucha frecuencia dentro de las siguientes 48 horas. Esto se denomina preeclampsia posparto.
Para diagnosticar la preeclampsia, la mujer debes tener presión arterial alta y una o varias de las siguientes complicaciones:
Proteínas en la orina
Un recuento bajo de plaquetas
Función hepática deteriorada
Signos de problemas renales
Líquido en los pulmones
Aparición de dolores de cabeza o trastornos de la visión
La única cura para la preeclampsia es dar a luz al feto. Es necesario que la madre tenga claro la gravedad de la enfermedad y la posibilidad de que pueda tener complicaciones, mientras más adelantado está el embarazo más riesgos potenciales hay para el feto. Lo ideal sería que el médico minimizará los riesgos para la madre y le diera al feto tanto tiempo como sea posible para madurar antes del parto.
Si la preeclampsia no se trata, puede evolucionar hacia eclampsia, una enfermedad grave que puede poner en riesgo las vidas de la madre y del feto.
Los vasos sanguíneos que conducen la sangre a la placenta de las mujeres con preeclampsia suelen ser más pequeños de lo normal.