La colposcopia es un procedimiento ginecológico clave para la salud de las mujeres, utilizado principalmente para detectar de forma temprana anomalías en el cuello uterino, la vagina y la vulva, que podrían estar relacionadas con lesiones precancerosas o cáncer cervicouterino.
Este examen se realiza con un instrumento llamado colposcopio, que funciona como una lupa con luz que permite al médico observar con mayor detalle los tejidos del cuello del útero. A diferencia del Papanicolaou, que es una prueba de tamizaje, la colposcopia se utiliza cuando ya se han detectado alteraciones en los resultados del Papanicolaou o del test de VPH (Virus del Papiloma Humano), para investigar más a fondo.
“Es un procedimiento rápido, generalmente indoloro, y no requiere hospitalización. Su importancia radica en que permite tomar biopsias dirigidas si se observan áreas sospechosas, lo que ayuda a confirmar un diagnóstico y establecer el tratamiento adecuado si es necesario”, explica la Dra. Laura Méndez, ginecóloga especializada en salud cervical.
La colposcopia puede durar entre 10 y 20 minutos y es recomendada especialmente para mujeres que presentan resultados anormales en sus pruebas rutinarias o que tienen antecedentes de infección persistente por VPH, uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de cuello uterino.
Desde las instituciones de salud se insiste en la necesidad de acudir a controles ginecológicos regulares y no posponer este tipo de estudios, que pueden salvar vidas si se actúa a tiempo.
Si tu médico te indica una colposcopia, no te alarmes. Es una herramienta diagnóstica que ayuda a prevenir complicaciones mayores y a cuidar tu salud ginecológica.