La lactancia materna es el mejor alimento para los bebés. Se recomienda que se mantenga de forma exclusiva hasta los 6 meses. A partir de los 2 años, la lactancia materna prolongada es adecuada siempre que se combine con otros alimentos. Además, favorece el apego seguro.
La leche materna es una fuente de micronutrientes y macronutrientes, especialmente diseñada para la alimentación del lactante. No obstante, a partir de los 2 años, muchas madres comienzan a tener dudas sobre si es adecuada la lactancia en mayores, también conocida como “lactancia materna prolongada”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y las sociedades científicas, entre ellas la Asociación Española de Pediatría (AEP), recomiendan mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses.
A partir del año, esta debe ser combinada con otros alimentos sólidos y triturados en una dieta variada y equilibrada. En niños mayores, la leche materna aporta el 33% de las calorías diarias, por lo que realiza una función nutritiva.
Esto se debe a que la composición de la leche se va adaptando a lo largo del tiempo en que la madre continúa lactando. Por ello, no se trata de la misma leche al inicio que pasado el primer año.
No hay un límite establecido para la interrupción de la lactancia, sino que deben ser la madre y el hijo quienes lo decidan después de los 24 meses, según las recomendaciones de la OMS.
La Lactancia Materna junto con una dieta variada y nutricionalmente completa, es una manera tan adecuada como otras fuentes de lácteos para los menores a partir de los dos años.
¿La lactancia materna prolongada tiene consecuencias?
Siempre que no exista un desplazamiento de unos alimentos frente a otros, no existe riesgo nutricional en el niño mayor de 2 años.
Tampoco conlleva un riesgo en el desarrollo cognitivo y psicológico del mismo. De hecho, aporta numerosas ventajas tanto para la madre como para el bebé.
Algunos de sus principales beneficios son su aporte nutritivo, la mejora de las defensas y el neurodesarrollo y la protección de la madre frente a algunas enfermedades.
Favorece el apego seguro
Por otro lado, la lactancia materna tiene enormes beneficios psicológicos como la creación de un apego seguro para los hijos, especialmente en niños mayores.
Diana Sánchez, psicóloga del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid y experta en psicología perinatal, detalla a EFEsalud que el efecto psicológico del pecho ayuda a generar cercanía entre la mamá y el bebé, ya que se segregan hormonas que producen relajación y bajan el cortisol”.
“A nivel psicológico en bebés mayores, el pecho lo que produce es sensación de calma y seguridad. Estar en contacto continuo con su figura materna puede generar un apego seguro, pero el dar pecho no implica que se cree necesariamente”, apunta Sánchez.
La experta aclara que el apego seguro se genera con “la flexibilidad maternal y el saber atender las emociones de tu hijo”.
“Una madre que da el pecho hasta los 3 o 4 años no tiene por qué generar una mayor relación de apego seguro que alguien que no da el pecho”, matiza la experta.
La lactancia como método de calma
Ese clima de relajación y seguridad que crea la lactancia para el bebé hace que muchas madres lo utilicen para calmarlos en momentos de llanto.
La lactancia es un método totalmente adecuado, si así lo desean tanto el hijo como la madre.
La lactancia puede ser usada en conjunto con otros métodos como el chupete o un juguete que le dé seguridad y confort al niño. No obstante, la psicóloga recuerda que el chupete “sí que implica riesgos como los problemas de masticación y odontopediatría”.
“El pecho no tiene nada de perjudicial para un niño. No hay ningún estudio psicológico que haya demostrado lo contrario. En el caso de la parte física, tampoco existen estudios que muestren que sea perjudicial”, recalca la psicóloga.
Además, la experta añade que “los niños se van autorregulando y desarrollan estrategias para calmarse”. Por ello, “si es una lactancia, donde los dos quieren, no hay ningún problema”.
¿La lactancia materna prolongada puede generar dependencia?
En un principio, la lactancia materna prolongada no crea dependencia en un sentido negativo para la madre o el hijo.
Desde las primeras horas de vida, la lactancia materna favorece el vínculo madre-hijo y permite crear un entorno seguro de apego.
Además, a medida que el lactante va mostrando interés por otros alimentos y por su entorno, se siente más seguro e independiente.
En momentos de crisis, suele ser habitual utilizar el pecho como calma, ya que proporciona seguridad.
Esto podría llegar a generar cierta dependencia por el contacto con su figura principal, aunque con matices.
Si bien es cierto que también hay casos en los que la madre no quiere dejar la lactancia por miedo a separarse de su hijo.
“En estos casos, hay miedo de no darle el pecho y que la madre piense que deje de ser necesaria. Ahí se genera un vínculo ansioso entre ambos”, explica Sánchez.
“Eso sí, cuando está todo bien -añade- y hay una relación de apego sana no existe ningún problema”.
¿Hasta cuándo puede prolongarse?
Como se ha mencionado, a partir de los 2 años, la Organización Mundial de la Salud señala que la lactancia materna prolongada puede mantenerse hasta que la mamá y el bebé quieran.
En otras ocasiones, lo que ocurre es que el bebé quiere seguir, pero la madre no quiere o está incómoda. En este caso, lo mejor sería terminar con la lactancia, ya que puede generar una sensación de rechazo y angustia.
¿Cómo debe ser el proceso de destete?
En primer lugar, la psicóloga aconseja que “la madre esté decidida y que entienda que es normal que llore”.
Es un duelo para su hijo. Es normal que algunos días lo pase mal. En algunos casos, las madres se sorprenden porque no ocurre nada”, destaca.
Por su parte, la pediatra Castell recomienda que “el proceso sea gradual y progresivo, según las necesidades del lactante y la madre”. Para ello, se deben disminuir de manera gradual las tomas para ir realizando un destete intermitente”.
“De esta manera, evitaremos los riesgos de un destete rápido y brusco como la formación de abscesos o mastitis, ajustándose la cantidad de leche producida a las necesidades del bebé”, manifiesta la experta.
Para el lactante, tras un periodo largo de 2-3 años permite afianzar otra forma de tomar leche con seguridad como la taza, vaso o biberón. Asimismo, ayuda a que se sienta seguro cuando precise apego con otras formas como su peluche preferido.
En ocasiones, con la incorporación de las madres al mundo laboral, puede ser preciso un destete más rápido, pero se debe evitar una interrupción brusca.
DE EFE